Narran los antiguos libros de historia que en la cultura ancestral y tradición japonesa el “Bushidō” o “Camino del Guerrero” se imponía desde temprana edad a los formados como “Samuráis” como un código ético en donde por honor se podía llegar a extremos como el autosacrificio en procura de perpetuar aún después de la muerte en la memoria y reconocimiento colectivo la tenacidad, pero sobre todo los valores morales del inmolado.
Ese primer y único paso a la muerte del propio Samurái era un acto consciente y tremendamente formal precedido de una ceremonia o ritual íntimo en la que aquel frente a la mirada de un círculo de confianza, vestido de blanco impoluto y en posición de reverencia, atravesaba y retorcía en sus propias entrañas una afilada daga o “Tanto” hasta casi conseguir su propia muerte. Seguidamente ese acto de tremenda y efímera valentía era reducido en el brevísimo tiempo en su sufrimiento por el certero corte de una espada que infligía sobre el cuello de la humanidad del expiado uno de los presentes como cierre final a dicha ceremonia.
En Colombia nuestro poco robusto y muy permeable SISTEMA PENAL ORAL ACUSATORIO es capitalizado por el tecnicismo y arrogancia de reconocidos Abogados quienes con el pago de excesivos y abultados honorarios profesionales a cargo de sus complicadísimos Clientes, encuentran fórmulas jurídicas razonables pero poco éticas que, en una delgada zona gris del derecho llevan serios y sensibles procesos judiciales a impúdicas condenas o en el peor de los casos al vencimiento de términos que en muchos casos extinguen o minimizan el propósito restaurativo de la ACCION PENAL.
A través de distintos medios tradicionales de información y también en redes sociales, progresivamente se tienen cada vez más noticias sobre gravísimos delitos de “Cuello Blanco” que en el letargo procedimental de sus investigaciones y también de sus propios juicios, evitan para los autores de serios delitos en todo orden la imposición de penas punitivas restando para los afectados el importante principio de restauración del daño que provoca la comisión de estos.
Recientemente en la imputación de cargos del señor OSCAR IVAN ZULUAGA ESCOBAR antiguo candidato presidencial que se batió en disputa la presidencia con el señor JUAN MANUEL SANTOS CALDERON para el año 2014, no solo extrañó a los espectadores de la diligencia en comento los incipientes brotes de cabello negro fulgurante que adornaban imponentes la pronunciada frente del antiguo candidato. También generó estupor, la frialdad y cinismo con que rechazara la seria y convincente imputación de cargos que predicara para él la FISCALIA GENERAL DE LA NACION como un acto de profuso desafío a la contundencia de las pruebas obtenidas de su propia voz en sendas grabaciones que en apariencia tienen plena y total validez probatoria en su contra hasta la fecha.
La ética y la moral del antiguo candidato presidencial por efecto del arrojo y osadía con que pretende ir ahora a juicio, aún a pesar de la contundente verdad que se conoce por mérito de las pruebas que obran en el expediente que cursa en su contra y que se ventila en medios noticiosos, están viciadas por la convicción errada de sus propias razones, pero, sobre todo por efecto de lo que mal le recomiendan y aconsejan sus apoderados judiciales.
El honor de un Samurái es difícil de imitar o emular en estos tiempos modernos de conflicto de lo ético y lo moral. Un viejo pasaje bíblico recalca con claridad y simplicidad que: “La Verdad os hará libres”. Enfrentar siempre con la verdad nuestros propios miedos y temores o todo evento o situación que nos relacione con nuestro entorno nos hace no solo mejores sino libres también.
GERMAN LAMO T.