Son precarias y difíciles, las condiciones económicas de muchos pueblos, corregimientos y caseríos localizados a la vera de las principales troncales viales que, serpentean los valles y cordilleras de Colombia.
La infinita maldición, de las promesas políticas no cumplidas que, vienen con cada época electoral y no solo enardecen los ánimos de la democracia temperante de los adalides políticos y sus electores, también, atisban la ignorancia de siempre y, consecuente con ella, el estéril y vano resultado, de su vendido y comprometido, ejercicio democrático.
Es una pena absoluta, la innecesaria pérdida de vidas, a causa probable de la ausencia de oportunidades, y también, del sistemático robo de los recursos públicos que, conjugados con la inequidad social, son tierra fértil de la semilla de la tragedia. Los hechos recientes de Tasajera, Magdalena, marcarán para siempre el designio de una catástrofe anunciada.
En el recorrido hecho por carretera desde Barranquilla a Santa Marta nos hemos acostumbrado a ver, la miseria agolpada en tugurios que emergen todos juntos, desde aguas pútridas infestadas de basura. Somos testigos, también, de niños semidesnudos jugando sin temor en el mismo desastre de su entorno que, la ingenuidad de su edad, les hace ver normal. Se trata de una situación, común y semejante, que se replica en muchos rincones de Colombia, y de la que son testigos sordos también, otros connacionales.
Recientemente, se replica en noticias con acentuado regionalismo y como “ejemplo positivo” otros accidentes de tránsito semejantes, ocurridos casi al tiempo en el interior del País, en donde testigos y transeúntes, se apiadan de la carga y de los heridos. Quisiera pensar que, el desafuero natural de una asonada ha mutado a la generosidad y compasión de sus protagonistas. Sin embargo, y al parecer, ocurrió al final que, un número considerable de agentes del orden, alcanzó a conjurar el obvio deseo de la inmensa turba, circunstancia que no pudo evitar, el pequeño e ínfimo reducto de policías que, intentó fallidamente, detener el saqueo del camión cisterna, volcado a un lado de la vía al mar, la mañana del pasado seis (06) de julio.
Un adagio popular reza que: “La oportunidad hace al ladrón”. En el caso reciente, no solo bastó tal condición. A los tristes hechos y sus lamentables consecuencias, se sumaron también, la carencia y la orfandad estatal, entre muchísimas otras razones más.
El hambre y la ignorancia, son instrumentos perfectos del tirano y de los mecenas de turno de la política que, pululan en el ámbito nacional. La miseria, siempre tomará, lo que le corresponda de la calamidad.
Germán Lamo T.