Maria Elodia es una mujer de estatura baja y apariencia dócil. Sobre su cabeza se desbordan infinitos cabellos blancos que dan cuenta de su avanzada edad. Su voz pausada, refiere una mujer educada y también culta. Su rostro curtido de arrugas, evidencia la suma de muchos esfuerzos y sacrificios vividos durante toda su existencia de más de 82 años. Desde siempre se planteó vivir la soledad de su existencia en el ocaso de su propia Vida, mirando el infinito Mar a orillas de la ciudad de Santa Marta. En tal propósito, ahorró de su modesto salario como trabajadora social al servicio de una entidad pública, el dinero suficiente para poder materializar su tan anhelado sueño.
Una vez acumuló el dinero necesario, se dio a la tarea de buscar y encontrar ese lugar que albergaría durante lo que le restaba de Vida su romántico querer de siempre, observar el Mar. Intentando hallar ese propósito viajó desde el interior del País hasta la ciudad de Santa Marta en el año 2.013 y entonces tropezó con un proyecto inmobiliario en “Playa Salguero” donde absolutamente convencida de la “fantasía” que publicitaba su joven promotor y constructor, entregó confiada una cifra en dinero que cubría casi el total del valor del inmueble que para ese año le prometieron en venta y entrega en un lapso no mayor a dieciocho (18) meses.
Desde esa fecha y hasta el día de hoy, cuando pronto se cumplirán ocho años desde que suscribió la promesa incumplida de su sueño, el tan anhelado deseo de Maria Elodia por querer vivir junto al Mar se ha desvanecido completamente por cuenta de una suma de equivocaciones que legalmente han afectado el Proyecto de apartamentos medianamente alzado en la actualidad en la zona sur de Rodadero. Hoy, a su avanzada edad y presa de una enfermedad degenerativa muscular causada por el estrés de perder definitivamente y para siempre sus ahorros, se debate todos los días entre escritos y acciones legales.
Ese mismo sueño en el que fracasó nuestra protagonista de esta historia de la vida real, se repite a lo largo y ancho del País en diferentes proyectos inmobiliarios que ostentosamente alguna vez publicitaron sus promotores y hoy afectan patrimonialmente a muchos ciudadanos de bien en todos los estratos sociales. En todos esos proyectos de vivienda o locales comerciales fracasados, existen rasgos y similitudes en común. Algunos fueron erigidos parcial o totalmente con evidentes señales de colapso inminente y otros sencillamente han quedado consignados en complejos planos arquitectónicos que yacen maltrechos y olvidados en el fondo de algún depósito olvidado.
Las autoridades municipales y distritales en todo el territorio nacional que son competentes para librar licencias de construcción y demás permisos aleatorios para el desarrollo de proyectos inmobiliarios de vivienda o establecimientos de comercio nuevos, de alguna manera con su acción o con su omisión, se han convertido en cómplices absolutos de la ruina y los sueños fracasados de muchos ciudadanos de este País. Desde el año de 1997 cuando colapsó en Colombia el sistema hipotecario y con el sobrevino una de las peores crisis financieras en la historia de la construcción de este País, fueron creados varios esquemas jurídicos de protección para los consumidores de proyectos inmobiliarios nuevos que, evidentemente a la luz de las historias que se cuentan hoy por doquier estos han fracasado. Incluso los propios esquemas fiduciarios ofrecidos como una “SERIA GARANTIA Y RESPALDO” en el mercado inmobiliario y que se encuentran vigentes en casi todos estos proyectos constructivos, han demostrado su total incompetencia y elusión de responsabilidades ante sonados y reconocidos fracasos constructivos, siempre escudados en el repetitivo y poco convincente lema que “Son entidades de medio y no de resultado”.
Se hace absolutamente necesario que, en procura de evitar la réplica de historias tan lamentables como la de Maria Elodia y otros ciudadanos más en toda Colombia, el Gobierno Nacional a través de las entidades competentes: mejoren, optimicen y generen esquemas jurídicos mucho mas sólidos que eviten usurpar el patrimonio de muchos y blinden los sueños de otros. Es y debería ser esta consigna, una obligación y premisa inmediata del Ministerio de Vivienda en cabeza de su ministro.
Germán Lamo T.